Lo confieso, los helados me gustan y me gustan mucho, tanto que es el único dulce que me gusta y que como habitualmente, sea verano o invierno, no hay nada mejor que sentarse en un parque al atardecer a comerse un buen vasito de helado, (yo soy partidario de no mezclar muchos sabores a la vez, como mucho dos diferentes) os aseguro que me olvido de lo que pasa a mi alrededor.
Hoy en día encontramos helados de sabores muy diferentes, a los clásicos de siempre se han incorporado sabores tan dispares como los de queso, de aceite de oliva y uno que probé no hace mucho y me encantó el de pipa de girasol.
Si me lo permitís os diré un secreto, si un día vais a Livorno, una ciudad Italiana de la Toscana, cercana a Pisa, comeros un helado en cualquiera de los numerosos puesto que encontraréis. Yo siempre que voy a Pisa, cojo el tren para acercarme a esta bonita ciudad a comerme uno. ¡¡Probarlos!!
Hoy en día encontramos helados de sabores muy diferentes, a los clásicos de siempre se han incorporado sabores tan dispares como los de queso, de aceite de oliva y uno que probé no hace mucho y me encantó el de pipa de girasol.
Si me lo permitís os diré un secreto, si un día vais a Livorno, una ciudad Italiana de la Toscana, cercana a Pisa, comeros un helado en cualquiera de los numerosos puesto que encontraréis. Yo siempre que voy a Pisa, cojo el tren para acercarme a esta bonita ciudad a comerme uno. ¡¡Probarlos!!